Sin duda alguna,
no hay punto de debate cuando mencionamos que hoy en día vivimos en un mundo globalizado, pero esto es un “fenómeno”
relativamente nuevo. Este término aparece por primera vez en un diccionario inglés en 1961 (según Messner), desde entonces
este término ha sido utilizado por los estudiosos de las ciencias sociales para intentar predecir el desenvolvimiento de la
sociedad internacional. Guiddens define la globalización como: "la intensificación de relaciones sociales a nivel mundial
que vincula localidades distantes de tal forma que sucesos locales están influidos por eventos ocurriendo a muchas millas
de distancia y viceversa."
De acuerdo a Messner (1999):
“El proceso de globalización
debilita la separación geográfica de los países a través de líneas de frontera e incrementa la significación de las actividades
políticas, económicas y sociales transfronterizas, y las distancias espaciales pierden sentido al percibirse los sucesos ocurridos
en cualquier parte del mundo, simultáneamente con su consecuente influencia sobre las decisiones que toman los actores sociales”.
La globalización trae consigo
la intensificación de la interdependencia entre los países, ciertamente esto tampoco es cosa nueva, lo “novedoso es
el surgimiento de nuevas reglas para manejar estos flujos que generan una mayor integración e interdependencia.” Estas nuevas reglas han propiciado un cambio en la manera de concebir la soberanía de los
Estados, pues cada vez más su autonomía se ve “atada” a las reglas del juego de la comunidad internacional: Cortes
de Justicia Internacionales, la OMC, Derechos Humanos, todo ello a cambio de obtener ciertos beneficios de
jugar en el campo internacional y así, no quedar aislados. La globalización trae la disolución de barreras geográficas y por
lo tanto el campo en el que se tiene que contender es mucho más amplio y competitivo (lo que ha llevado a que los Estados
se unan para poderle hacer frente a esta realidad).