Por lo
tanto, la globalización ha traído un cambio en la realidad, una realidad que
antes era totalmente regida por la teoría realista pero que ahora no se puede llenar con ella, aquí es donde entra la teoría
liberalista (explicando la realidad de la posguerra). Los regionalismos, siendo
un fenómeno que toma auge en los años 90, es explicado por esta teoría, aunque podemos notar
que también llenan y cumplen algunos preceptos realistas. El enfoque liberalista es uno económico, ellos exponen (Angell,
Wilson, Hobson, entre otros) que la interdependencia económica hará que los Estados obtengan mayores beneficios para sí mismos
(gracias al libre comercio y a los beneficios que este trae), y que por lo tanto sean menos propensos a la guerra (pues será
más costoso hacer la guerra que cooperar con los demás). Esta interdependencia supone una integración y una cooperación por
parte de los Estados, ya que nadie querrá perder los beneficios que se obtienen al participar en el mercado mundial. Otro punto que cabe mencionar es que la teoría liberalista identifica al Estado como
un actor importante en el tablero internacional, pero no el único, sino que también existen actores como las trasnacionales,
las ONG’s, la sociedad civil, entre otros. Entonces, dejando de identificar al Estado unitario como el único agente
en las relaciones internacionales, podemos ver que los grupos regionales se convierten en un actor –y no en varios-
¿cuántas veces no hemos escuchado que se abren negociaciones entre la UE y el MERCOSUR?
Una de las mayores críticas
que se le hace al liberalismo es que peca de idealista cuando supone que podría existir un gobierno global o que los Estados
querrán voluntariamente someterse a instituciones internacionales que regulen su comportamiento. Según la teoría realista
esto no es posible, cada Estado es egoísta, busca el poder y su interés propio por encima de todo. Esta sigue siendo una realidad
hoy en día, aunque no tan tajante. La razón por la cual muchos acuerdos multilaterales no funcionan como deberían (la ONU,
la Corte de Justicia Internacional o el Protocolo de Kyoto) es justamente porque los Estados no están dispuestos a subordinarse
y someterse a un poder superior. Sin embargo, los regionalismos están exentos de esta fuerte crítica, ya que las relaciones
que se entablan entre los miembros del grupo regional no son verticales, sino horizontales. La relación es entre homólogos
(y no hegemones) unos más fuertes que otros, pero sin jerarquías y no existe “per se” una cabecilla que gobierne
o dirija a su antojo el acuerdo regional, sino que son todos los que se mantienen en contra-peso y dirigen las decisiones
y el rumbo del grupo (esto se puede lograr mejor cuando hay una cantidad pequeña de participantes). Esta es una de las razones
por las que se presenta la proliferación de los regionalismos: no hay un poder supranacional, sino un acuerdo.
Habiendo dado la justificación
del surgimiento de los regionalismos por medio de la teoría liberalista, pasaremos ahora a notar las razones por las cuales
se crean. Para comenzar, como ya se había mencionado, la globalización es una
realidad a la que se le tiene que hacer frente y es mucho más fácil hacerle frente unidos que cada quien por separado (además
de que desvaneciéndose las fronteras tradicionales, se crean nuevas fronteras dependiendo de la afinidad de la región y de
sus características). Los Estados tienen que hacerse más competitivos, esto se logra por medio de la división del trabajo;
además de que con los regionalismos se crea un cierto grado de “proteccionismo” (aprobado por la OMC), ya que
los miembros gozan de preferencias comerciales impulsando así el crecimiento y desarrollo de su economía. Pero a su vez tienen
la competencia del exterior a la que también se le permite entrar, pues se motiva al mejoramiento de la oferta. De hecho,
la teoría del comercio internacional explica que a veces los acuerdos preferenciales pueden ser mejores que la liberalización
total, justamente porque la competencia con la que se enfrenta el Estado es muy grande, y de no estar listo, el Estado podría
sufrir muchas pérdidas.
La creación de zonas de
libre comercio en los años noventa fomentó la creación de estos regionalismos, ampliándose también el número de asuntos de
acuerdo común (transporte, investigación, acuerdos de inter-bloques, políticas sociales, etc.). Por medio de regionalismos
se abre la “posibilidad de abordar actividades que difícilmente podrían acometer determinados países individualmente,
por la escasa dimensión de sus mercados nacionales, insuficiencia tecnológica, incapacidad financiera, etcétera.” Por ejemplo: la investigación científica conjunta en el MERCOSUR, las construcciones para
mejorar el transporte fluvial en la región, entre otros.
Otra razón es “el
aumento del poder de negociación frente a terceros países o ciertas agrupaciones regionales, así como una formulación más
coherente de la política económica.” También, por medio de estos regionalismos se pueden introducir reformas estructurales necesarias
a mediano y largo plazo en los países miembros –que el Estado solo no hubiera hecho (por ejemplo: Turquía debe ser totalmente
democrática y respetar los derechos humanos si quiere entrar en la Unión Europea.) Además, una integración regional atenúa
los “problemas de la balanza de pagos por el ahorro de divisas convertibles”; abarata costos en cuanto a aduanas y transporte (ya que las rutas entre países se mejoran);
el mercado no sufre alteraciones y se convierte en uno más amplio; y se permite la libre movilidad de personas (creando una
mayor oportunidad para el aprovechamiento de la fuerza de trabajo y de capital.
Ahora, ¿qué vacíos llenan
los regionalismos? ¿Por qué son viables? ¿Por qué se opta por los regionalismos y no por los acuerdos multilaterales? Los
regionalismos son relativamente muy nuevos, los que no son tan nuevos son los acuerdos multilaterales, pero no cabe duda de
que, como lo predice la teoría realista, estos no han funcionado del todo, ya que los Estados no están dispuestos a someterse
a reglamentos supranacionales cuando estos no les convienen (ejemplos: la ONU, Irak, EE.UU los desacatamientos de la Corte
de Derechos Humanos). “El regionalismo aparece, entonces, como un intento de resolver los problemas que el multilateralismo
tiene y no puede resolver satisfactoriamente.” Ya que, como se mencionó, el regionalismo supera la traba de que no se crea un poder supranacional,
sino que el poder se distribuye (aunque no necesariamente de manera igualitaria) entre los miembros, dependiendo del éxito
y las ganancias de cada Estado y de la cooperación y buen funcionamiento del grupo regional. Además el regionalismo, por el
número más reducido de miembros, facilita más las negociaciones y el entendimiento entre Estados; se facilita el conocimiento
de las acciones de otros, permitiendo –a los Estados- poder mantenerse uno al otro “en la mira”. Además,
los regionalismos permiten enfocarse a los temas de mayor necesidad de cada Estado para alentar su desarrollo, cosa que no
se puede lograr por medio de acuerdos multilaterales.
Los regionalismos no presumen
que los conflictos entre los Estados miembros se eliminarán (tal como establece el liberalista Angell), pero sí disminuirán,
ya que se obtienen más beneficios de la cooperación (el problema entre Uruguay y Argentina por la instalación de plantas de
pasta de celulosa, no provocó que estos dejasen de cooperar). También cabe mencionar que la alternativa regional podría aumentar
la probabilidad de enfrentamiento entre bloques, dando lugar a lo que se conoce como "guerra comercial" (según el profesor
Bhagwatti, 1992). Este punto lo apoya el profesor con la siguiente hipótesis: 1) el síndrome de “mi mercado
es lo suficientemente grande”; haciendo que los Estados se cierren dentro de su grupo y se enfrenten con los demás grupos,
creando así un cierto proteccionismo y represalias. Claramente, en esta situación los países más perjudicados son aquellos
que no pertenecen a ningún bloque regional.
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